“Todo lo que comienza
mal, termina peor”
Tomando como símil la
teoría del derecho procesal penal denominada “la doctrina del fruto del árbol envenenado”, vemos como hoy
estamos tan lejos de una paz anunciada con bombos y platillos por un gobierno
contaminado de su propio veneno… “la mermelada”.
Desde su génesis, cuando
para arrancar el proceso de paz hubo que rescatar del vecindario a los escondidos
líderes terroristas de las FARC para reunirlos en la Habana, se inició un
proceso espurio en donde el fin para alcanzar la paz, no fueron propósitos
sociales, sino banalidades personales como un premio Nobel, curules en el
congresos y hasta aspiraciones presidenciales sin tener que pagar condenas ni
reparar víctimas por delitos atroces.
Luego pasó por una
campaña presidencial en la cual supuestamente debías elegir entre la paz y la
guerra, ¡vaya que estupidez!... argumento que poco funcionó hasta que llegó el
plan maquiavélico del Hackergate y que empotró en la presidencia al estratega
del póker… no cesaba la horrible noche, porque lo peor estaba por venir.
Continuó su sendero
alimentado por el veneno malévolo de la avaricia, con el desconocimiento de la
voluntad del constituyente primario que a través de un plebiscito dijo NO a ese
pacto tenebroso. Empero, el dulce envenenado pudo más y se desconoció al pueblo,
quedando para la historia de la patria como una de las violaciones al estado de
derecho más aberrantes de nuestra vida republicana.
Como si ello fuera poco,
posterior a la aprobación de múltiples normas reformatorias y complementarias de
la joven y mancillada constitución del 91, que emanan como frutos corrompidos y
que son la toxina que recibe la sociedad, cosechada y vendida por los
mercaderes de la paz; pretende este gobierno resucitar por vía judicial, unas
curules hundidas por el legislador, como prueba de su nefasta forma de lograr
sus objetivos.
Si señores, esta es
la paz putrefacta que hoy tenemos, porque por donde se le quiere mirar está
contaminada por una dulce y pegajosa mermelada que destruye todo lo que toca,
la que no hace otra cosa que dividirnos. Es apenas obvio que si el proceso es
ponzoñoso, su fruto, es decir, la paz, será una pulpa nociva que al consumirse
seguirá alejándonos de la reconciliación que tanto necesitamos.
Pd. Mis mejores
deseos para este fin de año y que en 2018 la felicidad y el éxito se constituya
en el alimento de cada día.
ANGEL
ANDRES TORRES HERNANDEZ
Twitter:
@angelandresth