¿Y… CON QUÉ AUTORIDAD MORAL?
“La
grandeza de un hombre está en relación directa
a la evidencia de su fuerza moral”
J.F.
Kennedy
Hablar de
Popeye, jefe de sicarios del narcotraficante Pablo Emilio Escobar Gaviria, es
sin duda referirse a uno de los asesinos más macabros de la historia reciente
de nuestro país, una persona que mató a sangre fría a más de 300 personas según
sus propias palabras.
Hoy, luego de
pagar una condena de más de 20 años de prisión como castigo por todos sus
delitos, se erige en la sociedad como activista político, lo cual no es de mi
agrado y por tanto no lo defiendo, pero tampoco lo reprendo porque ¿con qué
autoridad moral podemos los ciudadanos condenar a una persona que ya le pagó a
la sociedad por los delitos realizados y que se entregó al Estado para que se
le aplicara todo el peso de la ley y recibir las sanciones que el ordenamiento
jurídico vigente le impusieran?. Es posible que existan reproches, ni más
faltaba, y para quienes lo hacen siempre será un asesino, hampón y homicida sin
que se pueda cambiar; pero inclusive hasta para repudiar a este sujeto tan
perturbador para sociedad colombiana, debemos tener un mínimo de autoridad
moral.
Resulta
entonces, que muchos de los personajes que increpan al condenado, son los
máximos y fieles seguidores de terroristas, exterroritas o revolucionarios que
cometieron actos de terroristas en nombre del pueblo, como deseen llamarlos; quienes
sin recibir punición, los instituyen como salvadores de la patria, si claro…
los miembros del grupo armado FARC que junto con la corrupción y el
paramilitarismos, han sido la lacra más aberrante que ha vivido nuestra
sociedad en todos los tiempos.
A
contrario sensu de Jhon Jairo
Velásquez Vásquez alias Popeye, los señores de las FARC, no pagaron, ni pagarán
un solo día de cárcel porque durante todo el proceso de paz y posterior al
mismo, se han manifestado como víctimas y señoritas de la caridad, sin que
exista sobre ellos las sanciones pertinentes y acordes al derecho internacional
en lo que a derechos humanos se refiriere, por las atrocidades cometidas en
contra del pueblo que decían representar.
En un país que
se presume democrático como el nuestro, podemos tener ideales socialistas o comunistas,
así ello traiga consigo miseria, populismo y otros males que pululan de dicho
sistema, e inclusive es posible ser seguidores de quienes representan estos
ideales como Gustavo Petro, Iván Cepeda, Piedad Córdoba, entre otros, esa es la
democracia y debe respetar. Pero serán sus seguidores los primeros en ser
llamados a no recriminar al asesino, porque les saldría rabo de paja y quedarán
sin autoridad moral para promover paz y reconciliación que tanto dicen pregonar.
ANGEL ANDRES TORRES HERNANDEZ
@angelandresth