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UNA JUSTICIA A MEDIAS

UNA JUSTICIA A MEDIAS

Ni paz sin justicia, ni justicia sin paz
Carnelutti

Es apenas lógico y justo que el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, mediante fallo de tutela, ordenara al senador Álvaro Uribe Vélez a retractarse ante el periodista Daniel Samper Ospina por tratarlo de "violador de niños". Bien por el fallo, en cuanto a esa parte, porque el señor Uribe jamás debió tratar de esa manera al editor. Ahora bien, ¿pero cuál es el mensaje que deja el fallo a la sociedad, si el agresor inicial, el periodista, no se le recrimina haber utilizado de manera burlesca a una niña de tres meses de nacida, con fundamento en la libre expresión?

La libertad de expresión en sentido estricto, de acuerdo con el fallo en cuestión en su página 22, involucra la protección de formas de manifestación de ideas histriónicas que generalmente son socialmente adecuadas, pero no siempre lo son: es más, pueden llegar a ser incomodas, molestas, chocantes e incluso relativamente ofensivas… y vaya que sí es ofensivo ridiculizar a una recién nacida por su nombre en una sátira columna, como lo hizo el actor que solicita al Estado le tutele sus derechos.

La decisión judicial, que castigó al demandado ordenándole que se retracte de su ofensa, deja al actor ante la sociedad como la víctima, como el más pulcro y puro de los seres, como un cristal, como toda una piedra preciosa sin imperfecciones; cuando inicialmente fue este quien ofendió, insultó y se burló de una bebe y de su familia, lo cual deja un mensaje equivoco en la sociedad, cual es, que bajo el derecho a la libre expresión, resultan irrelevantes las garantías constitucionales de los niños.

Para que el Estado sea respetado por la sociedad, se debe impartir justicia como lo hizo el rey Salomón en el caso judicial de las dos mujeres que disputaban el niño vivo, quien con su decisión, se ganó el respeto por su sabiduría al administrar justicia. Pero con fallos como el del tribunal, jamás alcanzaremos paz y reconciliación, sencillamente porque no son justos, no otorgan a cada quien lo que se merecen como espíritu esencial de la justicia, porque mientras el columnista celebrará con su propio bacanal de vinos; la otra parte afectada, Amapola, con tan solo tres meses de nacida, deberá soportar durante el resto de su vida, el maltrato psicológico que implican las infames palabras de un irresponsable que ofendió sin escrúpulos a una familia, a sabiendas que no hay nada más bajo y soez que usar a niños para llegar a los adultos.

No obstante, si la justicia terrenal falla, la divina existe y esperemos se refleje en una vida llena de bendiciones para la bebe, porque en lugar de desear males y rebajarse al ofensivo editor, es mejor pretender ¡Que DIOS te bendiga Amapola!

ANGEL ANDRES TORRES HERNANDEZ
@angelandresth