GABO MAGNO
Inicie las líneas de esta
columna buscando responder las palabras de quienes tratan de insultar la
memoria de uno de los colombianos más grades de todo la historia y recordé
aquel dicho popular que hace referencia a que las palabras ofenden depende de
quién vengan.
Macondo llora su
creador, se ha quedado solo con la memoria de sus putas tristes, las mariposas
amarillas adornan los funerales de la mama grande. Se marchó el escritor, el
poeta, el genio, aquel que con su realismo mágico nos enseñó a vivir la triste
y jocosa realidad de nuestro amado país.
Todos los cuentos
sobre tus obras repican en los rincones del planeta, mientras tanto aquí, ya el
coronel no tiene quien le escriba y se ha quedado con el general en su
laberinto en la hojarasca de tu partida.
Cuando te toco vivir
para contarlo, narraste la crónica de una muerte anunciada con gran pasión y
amor en los tiempos del cólera y esperando con paciencia la mala hora
Tu vida fue como el
relato de un náufrago, llena de sacrificios en su juventud en compañía del amor
y otros demonios tratando de alejar la muerte con tus ojos de perro azul
Pero ya ves, mi
querido Gabo, la muerte nos llega a todos y aunque alguna congresista impotente
busque ganar protagonismo con tu partida, tu iras al cielo primero que
nosotros, mientras ella se quedará aquí en la tierra viviendo su propio
infierno, tratando de usar la mente que jamás ha utilizado, en busca de
redactar siquiera uno solo de tus prodigiosos
párrafos, aunque en realidad no creo que lo logre con su Smartphone
incomparable ante tu máquina de escribir Olivetti.
Porque aquí el
problema no es si te ofendieron, porque nunca lo lograran, eso sería como
pretender quitarle el color amarillo a tus mariposas, eso es imposible. Aquí el
único problema es que los Colombianos que verdaderamente amamos esta pedazo de
tierra nos hemos quedado sin la pluma del maestro… y lo peor es que apenas
comenzamos a vivir nuestros cien años de
soledad.
ANGEL
ANDRES TORRES HERNANDEZ
@angelandresth